Es por eso que, cundo leo un libro, me niego rotundamente a ver la película. Desde que vi la primera parte de El señor de los anillos no había cometido este error. Hasta hoy. No se trata de que la película contradiga la imaginación del lector: cada uno tenía una Galadriel en sus sueños. Es que directamente, destrozan el libro.

Comencemos con los puntos en común entre la obra impresa y la cinematográfica: en un futuro lejano la Tierra entra en conflicto con una raza de extraterrestres gigantes. Poco se sabe de ellos, salvo que son mortales y que tienen como objetivo acabar con la Humanidad. Los humanos se aprestan a su defensa y a eliminar la amenaza. Ya. El planteamiento y los nombres es de lo poco que tienen en común una y otra obra.

He de confesar que cuando encuentro películas que traicionan de tal manera en el libro (o tebeo) en el que dicen basarse, el director del engendro queda prohibido en mi filmoteca particular  y, si llego a saber de los guionistas, también los condeno al ostracismo fílmico (eso ha sonado demasiado culto: tiro los DVD de esa gente a la basura y no vuelvo a pagar por una película suya queda más claro).

Mal de muchos

Esas condenas las han sufrido, entre otros, Ang Lee por el destrozo de Hulk, o Cy Endfield por la cosa infumable en que convirtió de la grandiosa novela de Julio Verne La isla misteriosa en 1961. Pero esas adaptaciones-insulto serán tema de otro artículo. Ahora estamos hablando de la cinta que perpetró, en 1997, Paul Verhoeven.

La novela original, de uno de los grandes del género como es Robert Anson Heinlein, a pesar de las muchas interpretaciones que se le han dado y pueden dársele, acaba siendo una crítica feroz al militarismo a través, precisamente, de la guerra. En ese aspecto, la película se asemeja más a unos niños vestidos de forma estrafalaria jugando a las batallitas en un descampado. Contra unos insectos que causan mucha impresión, eso sí.

¿Dónde está el trasfondo del libro?

Además de los elementos que entendemos como ciencia-ficción, la obra de Hienlen posee cierta profundidad, en tanto en cuanto el escritor es de pensamiento progresista para ser estadounidense. En Europa diríamos que es de izquierdas. Es por eso que podemos entender que denuncia y no ensalza los males que la muerte de las ideas trajo el mundo en el siglo XX.

¿Qué se ve de ese trasfondo en la película? Quince años después, seguimos buscándolo. Tal vez en la cara B del DVD…