Amigo mío:
¿De verdad eres capaz de imaginarte un mundo sin imaginación? La última vez que hablé contigo fue la que creo que será la única en la que hablaremos de literatura. Siempre te he tenido por una persona culta, por tu forma de hablar, de escribir… incluso algo en tu pose me hace pensar en la gente cultivada.
Pero… ¿Un mundo sin imaginación? Porque eso es lo que me das a entender cuando dices que tú sólo lees ensayos, y serios, sin concesiones fuera de positivismo. Que no has leído más novelas que las que te obligaron a leer en el colegio… ¿En serio?
Nunca creí que alguna de las características de la sociedad de Huxley describe en Un mundo feliz fuera a hacerse realidad en ti. Y ésta, la que menos ¿Proscribir la imaginación? ¿De verdad crees que así el mundo mejoraría lo más mínimo? No puedes hablar en serio.
Un poquito de Historia
Te recuerdo, por citarte datos concretos, que la idea de prohibir, en la literatura y en cualquiera de sus representaciones, la imaginación no la has inventado tú. Ya en la Edad Media, el hecho científico era Dios, y cualquier otro tipo de literatura estaba prohibido.
Para nuestros recontra requete re tatarabuelos, todo escrito que no proviniera de la Santa Madre Iglesia o cantase, con su supervisión y permiso, las alabanzas del Creador era pernicioso. Menos mal que algo hemos evolucionado, ¿no?
La ciencia más allá de las ciencias
Te imagino pellizcándote el mentón mientas ordenas mentalmente la respuesta y comienzas con un “ahora ha sido la Ciencia la que ha sustituido a Dios…”, o algo parecido. Pues antes de que sigas, permíteme decirte que la ciencia ficción no es otra cosa que la ciencia más allá de la ciencia.
Todos esos cálculos que los físicos químicos, sociólogos… hacen no son diferentes de las cuentas que maneja un buen novelista de ciencia ficción. Lo que ocurre es que el novelista va más allá de la mera matemática. El escritor hace algo muy importante: juega.
¿Y después?
Tal vez eso sea lo que no te gusta, que alguien juegue mientras escribe, pero en ese juego también hay matemática. Quien escribe ciencia ficción no hace otra cosa que añadir o restar factores, permutarlos… Y calcular el resultado como quien calcula la trayectoria de un asteriode para asegurarse de que no va a chocar contra la Tierra.
No me digas que no te gusta de la imaginación, porque el siguiente paso es que desprecies la ciencia de la música… Y eso sí que no pienso consentírtelo.