La ciencia ficción nos ha enseñado muchas cosas buenas, pero a veces, hay también algunos matices negativos, sensaciones y sentimientos negativos que pueden convertirse en verdaderos temores durante toda nuestra vida. Hablamos, entre otras cosas, de los miedos infantiles. Esos temores que aparecen cuando apenas somos unos niños y no tenemos la madurez suficiente como para saber que son solo eso, temores infundados en gran parte por las películas de ciencia ficción, los cuentos y las leyendas que son fruto de la cultura popular.

Lo cierto es que en este caso, los cuentos y todas las historias de ficción en general han hecho mucho daño en nuestra infancia, llegando a tal punto que a veces esos miedos no quedan solo en nuestra niñez, sino que nos acompañan también en nuestra etapa madura y nuestra edad adulta. Por eso no es extraño ver que hay muchos adultos que siguen teniendo miedo a quedarse solos en casa, otros con miedo a algunos muñecos, y como no, miedo a las presencias “extrañas”, uno de los miedos más comunes en nuestra sociedad.

El origen de esos miedos

El origen de esos miedos que a veces tenemos en nuestra edad adulta y que ya teníamos durante nuestra infancia está, como ya hemos dichos, en aquellos cuentos e historias que a todos nos han contado. Seguro que todo nosotros hemos escuchado aquello que decían nuestros padres y familiares de que si no hacíamos lo que nos mandaban vendría el hombre del saco a llevarnos.

descarga (1)

Otro de los mayores miedos que solemos tener durante nuestra vida y que también son frutos de la ciencia ficción es nuestro miedo a los muñecos, sobre todo a los payasos. Esto se debe en gran parte a películas como “muñeco diabólico”, en la que como todos sabemos un asesino se reencarna en un muñeco de juguete y asesina a todo el que se le pone por delante.

Pero todo esto no dejan de ser más que fantasías e historias fruto de las películas de terror infantiles. Por eso, una vez que hemos llegado a nuestra edad adulta, es necesario que pongamos todo nuestro empeño para lograr superar estos temores infantiles. Al fin y al cabo, las posibilidades de que un asesino en serie se reencarne en alguno de nuestros juguetes de infancia son realmente nulas.