Crónicas Marcianas supone, tal vez, una de las más interesantes muestras de relatos de ciencia ficción que podamos encontrar incluso a día de hoy –se editaban en Estados Unidos en 1945 y en España en 1950-.

La colección no tiene línea argumental de ningún tipo, sin embargo, los cuentos se sitúan todos en el mismo contexto espacio-temporal: se trata de la llegada a marte del ser humano y de la colonización del planeta rojo. Esta invasión provoca la caída de la civilización marciana y su extinción.

Reconocido, junto con Fahrenheit 471 como uno de los mejores libros de Bradbury, abunda en descripciones poéticas y melancólicas de Marte, su paisajes y sus habitantes. También puede reconocerse en la obra la sociedad estadounidense de los años 40.

Un duro retrato de los terrícolas

Paradójicamente, aunque el libro se llame Crónicas Marcianas, podemos leer en él una muy desesperanzada crónica de lo que para el autor es la Humanidad, tratando temas como la guerra, las mil y una formas en las que el hombre trata de destruirse a sí mismo, el racismo, bien hacia los marcianos (en “Fuera de temporada”) como hacia las demás personas (“Un camino a través del aire”).

El escritor también nos recuerda lo pequeños que somos, tanto ante la Naturaleza como ante el Universo (en este caso, en relatos como “Los hombres de la Tierra” y “Vendrán lluvia suaves”).

Todos en un solo libro

Más allá de las referencias a cada uno de los capítulos, como ya hemos dicho, las historias sólo tienen en común el espacio y el tiempo… Además de hacernos reflexionar sobre los temas que, en muchos de los casos nos retratan a los humanos de hoy en día. Quien no se haya sentido minúsculo mirando a un cielo estrellado, que tire la primera piedra…

Por otra parte, como cualquier buen libro, sea o no del género de ciencia ficción, despierta la ente del lector. Activa imaginaciones. La edición española venía prologada por Jorge Luis Borges, quien, en un momento dado dice: «Sobre el planeta rojo –que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena».

Veintitrés relatos, pues, que van desde lo que para el autor era el futuro 1999 hasta para el que también lo es para el lector actual 2026.Veintitrés historias que nos hacer imaginar y solar y, sobre todo, como cualquier obra a la que llamemos o vayamos a llamar clásico, veintitrés historias que nos retratan.