Año 2017, la empresa VSI experta en tecnología biocibernética ha creado los sustitutos, robots con una apariencia que los hace indistinguibles a simple vista de los humanos, aunque con diferencias notorias en el fondo: perfectos estéticamente, con funciones mejoradas enfocadas a determinados trabajos (fuerza, agilidad, visión, reflejos, etc) y características propias elegidas por el ser humano al que sustituyen. Éste no tiene más que sentarse en el sillón de su casa, conectarse a una interface y manejar al sustituto con su cerebro; como si su propia vida fuese un video-juego.
En ese mundo aparentemente perfecto un hombre electrocuta a dos sustitutos, el problema es que el arma no sólo ha destruido las máquinas, ha licuado el cerebro de las personas que los dirigían desde sus casas. La policía comienza a investigar los asesinatos y… hasta aquí puedo leer.
Cuestiones filosóficas
La primera cuestión que me resulta interesante de los Surrogates es el ideal de belleza que plantea. Cuerpos perfectos, rostros perfectos, no hay cabida para la madurez, ya no digamos para la vejez. Llega un momento que ver tanta perfección incomoda, intimida. ¿Es esa la belleza?¿Acaso no resulta más atractivo el protagonista con sus claras imperfecciones?¿No es la imperfección lo que le convierte en alguien único? Me viene a la cabeza la escena del Indomable Will Hunting en la que Robin Williams le cuenta a qué cosas amaba de su difunta mujer: una de ellas era los sonoros pedos que se tiraba cuando dormía.
Si no amamos al otro con sus defectos, cómo vamos a amarnos si nosotros también los tenemos.
La segunda, claro está, es la comodidad de vivir la vida a través de otro. Estás sentado en casa, conectado a una máquina con la que diriges al que te sustituye: no hay peligro de sufrir un accidente, de contraer una enfermedad, de morir: tu cuerpo real está a salvo. Tentador, eso abre un mundo de posibilidades que, lógicamente, querremos tener. ¿Por qué usarlo sólo para trabajar?¿Por qué no usarlo para la vida personal? Así puedes vivir experiencias como practicar deportes extremos, tener sexo salvaje sin protección en callejones oscuros, viajar a países peligrosos sin correr el riesgo de que te secuestre la guerrilla. ¿Por qué no ir más lejos y ser lo que no eres? Una mujer, un hombre, un adolescente…
Y un día descubres que tú ya no eres tú, tú eres el sustituto, la máscara que llevas para ocultar aquello en lo que te has convertido, un ser imperfecto que no tiene cabida en el mundo perfecto que hay fuera.
Te queda la opción de rebelarte y vivir la vida dentro de tu piel y de tu carne, pero quizá no haya cabida para ti en esa sociedad perfecta que se ha creado. Acabarás aislado con otros como tú. Los seres humanos ya no tienen sitio en su propio mundo.
A algunos les resulta exagerado que los que se niegan a usar Surrogates vivan en reservas como parias, uno puede estar en contra de vivir la vida como un robot pero no por ello negarse a las comodidades. Sí, claro, siempre y cuando puedas pagártelo, conseguir trabajo no debe ser tan sencillo como parece; si en nuestra sociedad es importante la belleza en muchas profesiones, en el mundo de los Surrogates es un requisito indispensable, no sólo porque resulta más agradable visualmente, sino porque ver a un humano les recuerda que no tienen valor para vivir la vida sin su sustituto, y eso es inaceptable.
The Surrogates
El guión de John Brancato y Michael Ferris (2009) basado en un cómic de Robert Venditti y Brett Weldele (2005/2006), plantea estas y otras cuestiones filosóficas interesantes aunque con lagunas y defectos, a fin de cuentas Disney compró el guión. No son novedosas, cierto, pero resultan efectivas ya que los hechos no transcurren en 2500 con naves espaciales surcando el espacio para pasar unas vacaciones en Marte, sino en un futuro demasiado cercano, casi lo rozamos con las yemas de los dedos; y eso intimida ya que te hace plantearte hasta qué punto lo que plantea la película no será realidad dentro de diez años.
¿Acaso no modificamos nuestro cuerpo siguiendo ideales de perfección creados por multinacionales?¿No se retocan fotografías de modelos casi perfectas con photoshop para acercarlas aún más a ese ideal?¿No se empiezan a utilizar modelos virtuales en campañas publicitarias?¿No prefiere la nueva generación japonesa muñecas articuladas como compañeras sexuales y sentimentales, en vez de las reales?¿Acaso no hay miles de adictos a la realidad virtual?
Da miedo pensar que dentro de un tiempo los avances tecnológicos les permitan ofrecernos Surrogates perfectos que vivan la vida por nosotros, porque, ojalá me equivoque, estoy segura de que diremos que sí.