Hoy vengo a hablaros de un superhéroe. Pero no de un superhéroe de chichinabo, como Superman, Spiderman o esa panda de mataos de la Marvel o DC. Vengo a contar una historia menos espectacular, con menos saltos (o menos espectaculares en general), sin vuelos (normalmente, no siempre) ni trajecitos ridículos (eso también depende). El protagonismo hoy lo tiene el heroísmo de lo cotidiano. Lo tiene Superpapá.

Nadie conoce con certeza cuáles son los orígenes de los poderes de Superpapá, aunque hay mucha especulación al respecto. La teoría más extendida dice que esos poderes brotan de forma espontánea e el momento en que el individuo X se convierte en padre, aunque no se ha fijado si esto ocurre en la concepción, el nacimiento o cuando. Al parecer, el individuo X no cobra noción de sus poderes hasta más tarde.

Ese es, ahí lo tienes.
Ese es, ahí lo tienes.

Al principio, cambiar un pañal bien cargadito sin el menor gesto (incluso gozando cuando el olor es el adecuado) parece simplemente lo que toca. Después de meses sobreviviendo sin apenas dormir la cosa empieza a ser sospechosa. Cuando vemos al padre sacrificar toda su vida en función del bienestar de su criaturita contenemos el aliento, admirados. Y conste que un Superpapá cualquiera puede tener varios retoños…

Superpapá despliega una amplia gama de sutiles pero acongojantes poderes

Entre los poderes que más destacan de Superpapá están la Ceguera Interior Voluntaria (que le impide prever el futuro por sombrío que este pueda parecer) y la Ceguera Exterior Voluntaria (que le impide ver a sus hijos como realmente son). Parece que tiene una cartera de la que mana dinero a voluntad y adquiere conocimientos técnicos generales de mantenimiento. Más adelante, sus hijos conocerán La Mirada Furibunda, el Sopapo Demoledor y otras lindezas.

Pero como todo superhéroe, Superpapá tiene su némesis. Lo trágico de la figura de Superpapá es que su principal némesis suele habitar bajo su mismo techo: es Supermamá. Supermamá es claramente más poderosa que Superpapá, y a veces ambos entran en conflicto. Difícilmente Superpapá podrá salirse con la suya en esas ocasiones. Otros clásicos enemigos menores de Superpapá son las compañías de servicios telefónicos y energéticos, Supersuegra y Supercuñado…

La de Superpapá es una historia, como decíamos al empezar, sobre el heroísmo de lo cotidiano. Esta rara forma de heroísmo consiste básicamente en hacer lo que tienes que hacer, contra viento y marea, cuando en tu vida adquieres ciertas responsabilidades. Afrontar cada día esa montaña a sabiendas de que la lucha continuará lo que nos queda de vida exige una gran inconsciencia o una gran valentía. Pero ¿quién sabe diferenciarlas en estos difíciles días?