“Damas y caballeros, interrumpimos nuestro programa para darles a conocer un boletín especial de la Agencia Intercontinental de Radionoticias: a las 7.40 horas, el profesor Farrel, del observatorio de Mount Jennings, Chicago, ha informado que ha observado varias explosiones incandescentes, cuya frecuencia se sucede a intervalos regulares, en el planeta Marte. El espectroscopio indica que el gas es hidrógeno y se mueve hacia la Tierra a enorme velocidad”.
De esta forma comenzaba un desconocido, por entonces, Orson Welles, el actor y director que luego pasaría a la historia por obras como por ejemplo, Ciudadano Kane, la emisión de un programa que repasaba los clásicos literarios adaptados al medio radiofónico. Eran las ocho de la noche del 30 de Octubre de 1938. Halloween.
Lo que no iba a ser otra cosa que el regalo de la Noche de Brujas a sus compatriotas, que tenían que haber disfrutado con la adaptación de la novela de H. G. Wells La Guerra de los mundos, se convirtió en un verdadero caos.
Mercury Theatre
Un año antes, Welles había fundado la compañía Mercury Theatre, cuyos actores leían la información de la llegada de los marcianos a Nueva jersey. Música. Más noticias. Entrevistas con “astrónomos” que afirmaban acabar de ver extrañas explosiones en Marte…
Y Estados Unidos se lo creyó. Al cabo de media hora, miles de oyentes salían huyendo despavoridos ante al invasión marciana ¿Huir? ¿Adónde, si los extraterrestres iba a destruir la tierra?
Las reacciones
Unos llamaban desesperados a la policía; otros, atrincherados en sus casas, escuchaban a Welles narrar la invasión. Algunos se encerraban armados en el sótano; quienes se cubrían la cara con toallas mojadas para protegerse del gas extraterrestre, quienes salían a la calle, escopeta en mano para hacer frente a los invasores… Lo dicho: el caos. El fin del mundo.
Las iglesias, abarrotadas, los avaros derrochando, los adúlteros suplicando perdón a sus esposas. La nota trágica la pusieron algunos suicidios, a pesar de que el locutor insiste varias veces en que están oyendo una dramatización: no lo escuchan o no lo quieren creer.
La magia más real: la de la radio
Al día siguiente, ni el propio actor podía creer todo el escándalo que se había formado. Fue entonces cuando todo el mundo se detuvo a pensar en el enorme poder de los medios de comunicación, sobre todo la radio.
Es por eso que soy el mayor de los convencidos de que, además de un medio de comunicación, la radio es magia en muchos sentidos, sobre todo usada racionalmente y escuchada con sentido común, claro.