La ciencia ficción tiene una innegable vocación de futuro. Salvo contadas y honrosas excepciones, la ciencia ficción se centra en “hechos” que aún no han ocurrido, desarrollando sus historias y ambientaciones en un futuro a veces muy lejano, a veces menos. Sin embargo, parece que le estemos cogiendo el ritmo y que en poco tiempo podríamos alcanzar a la ciencia ficción, si es que no lo hemos hecho ya.
Y no me refiero a que pronto nuestros coches volarán o a que podemos videoconferenciar de forma instantánea con nuestras antípodas, no. Hablo de las cosas malas. Echando un vistazo a nuestro alrededor y fijándonos bien, podremos advertir muchos rasgos de los distintos futuros sombríos que la Humanidad ha imaginado, encarnados en nuestro presente. Así que gozad y regocijaos, frikis; esto es ciencia ficción.
Por ejemplo, destinar entre el 40 y en 50 por ciento de los ingresos a gastos en vivienda no es cosa de ciberpunk, en todo caso de steam punk; es la cifra que manejaban los trabajadores industriales urbanos no cualificados de la primera y segunda revoluciones industriales. El que no se lo crea puede consultar los datos. En su momento, esa carestía de vida provocaba situaciones explosivas, huelgas, motines y asesinatos de patrones.
Bueno, tampoco saquéis todavía vuestros monopatines flotantes…
Hoy no hay nada de eso, gracias a otro puntal del futuro hecho presente: la Ley de Seguridad Ciudadana. Lo pongo con mayúscula, que suena más Juez Dredd. Y, en efecto, sólo faltan comisarios con servoarmadura, un látigo neumático y un bólter para los más recalcitrantes y el cuadro de paz social al que aspiran nuestros amos (y el gobierno también) estará completo.
Siempre podemos entretenernos viendo la tele y derivados (Idiocracia dixit), con drogas (Huxley et alii dixerunt), comprándonos lo último que unos toque comprarnos y comiendo la bazofia que recuerda vagamente a los alimentos reales del pasado y que tanto nos gusta; cuanta más intervención genética y más soja lleve, mejor. Estoy deseando que saquen ya el Soylent Green de una vez, pero el de verdad.
Bueno, los habituales de la página (si es que hay alguno) ya conocerán mis preferencias por los futuros cercanos postapocalípticos o casi. Francamente, es peor cuando lo que es postapocalíptico es el presente. Creo que nunca hemos estado tan cerca de conseguirlo. ¡Ánimo chicos, en menos de un par de décadas a lo mejor estamos viviendo en el universo de Mad Max!