Me encantan los post de tono reivindicativo, aunque su reivindicación sea algo forzada. Por ejemplo, este: no está claro eso de que Carl Sagan (Estados Unidos, 1934-1996) sea un autor olvidado, pero su impacto como científico y sobre todo como divulgador (que es lo que aquí a nosotros más nos interesa) es de tal calibre que cualquier reconocimiento a su trabajo se quedará corto.

Carl era un chiquillo neoyorquino de padres judíos que se enamoró de la ciencia en la Exposición Universal celebrada en su ciudad natal en el año de 1939. Allí, Carl Sagan quedó fascinado por la “América del futuro” de General Motors, la incipiente televisión y la famosa cápsula del tiempo que se enterró entonces para las generaciones venideras.

seti

Sí, la vocación científica del jovencito se concretaría en unos brillantes estudios que, a diferencia de la mayoría de autores del gremio, le hizo convertirse en un brillante profesional. Apunta: profesor en Harvard y Cornell, asesor de la NASA y el Programa Apolo desde los cincuenta (y en los viajes Mariner, Pioneer y Voyager), experto en planetología, promotor del SETI, profeta del efecto invernadero, directivo de revistas y sociedades…

Cuando había que hablar con extraterrestres, se llamaba a Sagan.

Las opiniones de Sagan sobre la Ciencia, el Universo, la vida extraterrestre, Dios, el activismo político, la marihuana o el pensamiento escéptico en general no dejaban a nadie indiferentes. Era lógico que un hombre al que Asimov reconocía como uno de los dos únicos más inteligentes que él mismo produjera un torrente didáctico y divulgativo sin igual. No alcanzo a imaginar juntos ni las obras, ni los premios de Sagan.

De entre sus muchos trabajos de divulgación destacan Los dragones del Edén (que le dio un Pulitzer), Contacto (luego llevada al cine), Un punto azul pálido, El mundo y sus demonios y muchos otros. Pero su obra más conocida es el mundialmente famoso documental, Cosmos. 60 países, 600 millones de espectadores, un Emmy, un Peabody y una portada Time sobre el origen de la vida y nuestra situación cósmica.

Desde luego, nunca nos vimos en otra. La abierta y desacomplejada relación de un científico y académico tan potente como Sagan con temas “de ficción” como la vida extraterrestre tuvo la virtud de obligar a los escépticos a pensárselo dos veces. Y aún tuvo tiempo para asesorar a Kubrick en 2001 y para pelearse con Apple por un homenaje mal entendido. Todo un personaje.