Cuando una ya puede decir que su infancia fueron los años 80 «del siglo pasado» no sé si habría que sentirse mayor o plantearse que los años son sólo una continuación de un día tras otro… el caso es que hace poco nos reunimos unos amigos y estuvimos rememorando aquellas películas que nos impactaron alrededor de los 12-15 años…

Es cierto que ahora hay grandiosos efectos especiales que nos pueden poner los pelos de punta, pero a mí me sigue gustando más, la inquietud que nos producían las películas de los comienzos de la ciencia ficción, con efectos especiales más modestos pero que impactaban por su novedad.

claqueta

Guardo con especial cariño el recuerdo de un espacio presentado por el gran Chicho Ibáñez Serrador titulado «Historias para no dormir», que veía religiosamente junto a mi padre a pesar de que luego apenas conseguía conciliar el sueño.

El poder de las radiaciones desconocidas

Eran los años en los que los temas sobre las invasiones alienígenas y las consecuencias que podía producir radiaciones misteriosas estaban a la orden del día. El miedo a lo desconocido y una psicosis producida por los efectos devastadores de la guerra química.

De ahí nacieron películas como «El hombre menguante», que tras ser afectado por una misteriosa radiación va encogiendo paulatinamente, teniéndose que enfrentar a los peligros que su cada vez más diminuto tamaño le crea… Es perseguido por su gato, lucha contra una araña con un alfiler como espada… y al final el impacto de que se hace tan pequeño que simplemente desaparece para nuestros ojos.

Una invasión silenciosa

Otra de las grandes películas que me marcaron (la segunda adaptación de la novela de Jack Finney, si no estoy mal informada) fue «La invasión de los ultracuerpos», de 1978. Con Donald Shutherland, Brooke Adams y Leonard Nimoy en los papeles protagonistas.

En la película semillas provenientes del espacio florecen creando unas vainas que suplantan a los humanos. Los protagonistas intentarán luchar contra ellas y evitar ser también «convertidos»… lo que más me aterrorizó fue que no podían dormirse porque la transformación sucedía mientras estaban durmiendo…

Terror en estado puro

Y la última película que añadiré a este post es «Alien, el octavo pasajero». Al impacto del «nacimiento» del alien se unió la claustrofobia de que suceda en una nave espacial, un lugar cerrado donde no hay escapatoria y la única salida es luchar o morir, pero nunca dejarse colonizar por un huésped

Por supuesto hay muchas más películas que estas tres que he desgranado, como «La Cosa del pantano», «La balsa», la primera versión de «La mosca» y muchas más… pero eso lo dejo para otra noche de insomnio…