La sinopsis de esta novela es relativamente sencilla: Lars Powderdry tiene un curioso don: cuando entra en trance es capaz de diseñar las más curiosas, a la vez que terroríficas armas. Gracias a él, el Bloque Oeste es capaz de sostener una carrera armamentística con el Sector Este.

Esta carrera armamentística, que les sonará mucho a quienes vivieron a Guerra Fría, permite, al igual que en dicha época, mantener un equilibrio de poder que asegura la paz en el planeta merced al miedo a que un sector inicie unas hostilidades que reducirían la vida a la nada más absoluta.

Pero, un día (no cabe la expresión “un buen día”), unos satélites extraterrestres sitúan en la órbita del planeta y comienzan a desintegrar ciudades de uno y otro bando…

Humor ante un tema muy serio

La novela destila un sentido del humor absolutamente falto de respeto con el que el autor nos ofrece una hilarante sátira sobre los mil absurdos que se dieron en la mencionada Guerra Fría. Se trata, a su vez de un escrito que explora el tema central de la obra de Dick: la paranoia vital, tanto individual como colectiva y su nexo de unión con nuestra forma de interpretar la realidad.

Los personajes, abrigados hasta un momento dado por el cálido manto de mentiras asumidas todos cuantos les rodean, se ven obligados a abandonarlo y colaborar con quien era, hasta hace muy poco, el demonio con forma humana.

La paranoia y los engaños de la percepción

Este cambio radical los hace bordear, si no sumergirse en una locura al verse obligados a entrar en una espiral de angustia, de inseguridad. Sentimientos estos provocados por un cambio tan radical como que quien antes era malo ahora es nuestro aliado contra otro malo de cuya existencia ni siquiera sospechábamos.

La pistola de rayos supone un derroche de cinismo y socarronería así como un homenaje al pulp de la primera época de Dick. Época que supondría la base de la temática que marcaría la oba en conjunto del californiano y a la que ya nos hemos referido.

Pero, ¿de qué me suena Philip K. Dick?

Por cierto: claro que te suena el nombre de Philip K Dick, así como la idea de la paranoia vital y el engaño de la percepción. Éstos son también los temas centrales de una novela en la que podemos leer una de las frases más célebres de la historia del cine, ya que se adaptó a la gran pantalla:

“I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhauser gate. All those moments will be lost in time… like tears in rain… Time to die.”

(“Yo… he visto cosas que vosotros no creeríais… atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser… Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia…. Es hora de morir.”)

¡Blade Runner! Pero esa es otra historia.